Uno de los trastornos más frecuentes y comunes del nuevo milenio son los ataques de ansiedad, es decir, estados de ansiedad agudos, de corta duración y de aparición repentina que pueden desembocar en trastornos de pánico. ¿Cómo reconocerlos y, sobre todo, cómo controlarlos?
¿Qué es la ansiedad?
Se trata de una emoción básica caracterizada por una sensación generalizada de amenaza inminente, aprehensión y preocupación, sin referirse necesariamente a situaciones concretas. De hecho, se diferencia del “miedo” porque a menudo está provocado por acontecimientos ficticios o futuros, por situaciones percibidas como potencialmente amenazantes. En la mayoría de los casos, se trata del resultado de una valoración cognitiva, errónea o imaginaria de la propia capacidad para hacer frente a los acontecimientos temidos.
Las personas ansiosas experimentan el miedo a posibles desgracias que podrían ocurrir en un futuro próximo (pero que quizá nunca lleguen a ocurrir). La ansiedad es un fenómeno normal, que implica un estado de activación del cuerpo cuando una situación se percibe subjetivamente como peligrosa. Es crucial cuando es necesario “activarse” para afrontar un peligro. Solamente cuando dicha activación supera ciertos límites puede convertirse en patológica.
Ataques de ansiedad: cómo se manifiestan
Aproximadamente el 16% de españoles ha sufrido un ataque de pánico al menos una vez, según el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Acontecimiento súbito y aparentemente inexplicable, acompañado de síntomas físicos molestos que no pocas veces se confunden con un infarto. Entre los más comunes se encuentran: palpitaciones, ahogos, mareos, presión en el pecho, náuseas, dolor abdominal, necesidad de orinar con frecuencia, diarrea, temblores, mareos, hormigueo en brazos y piernas, sudoración, miedo a volverse loco/muerto.
¿Qué hacer en caso de un ataque de ansiedad?
Las crisis de ansiedad suelen durar unos minutos, raramente hasta media hora, y afectan predominantemente a las mujeres más que a los hombres. ¿Qué puedes hacer para prevenirlos o superarlos?
- Repítete que todo está bien y no te culpes: aprende a respirar correctamente, incluso con la ayuda del yoga, para recuperar la calma.
- Relaja tus músculos para ayudarte a salir del estado de alerta.
- Lleva un diario de emociones: cuando pase el ataque de ansiedad, toma nota de todo lo que has experimentado dentro y fuera de ti. Tener un historial de los episodios puede ser útil para conocerse mejor y en caso de emprender una terapia.
- Distráete: cuando la ansiedad empiece a pasar, concéntrate en tu entorno y retoma lo antes posible la actividad que interrumpiste.
- Descansa: dormir poco o un sueño de mala calidad también puede empeorar la ansiedad. Intenta mantener a raya el estrés y duerme de siete a nueve horas por noche.
- Elige un estilo de vida saludable: los efectos secundarios del alcohol, la cafeína y el tabaco pueden aumentar o desencadenar los ataques de pánico. Practicar una actividad física ayuda a mantener la mente ocupada y a alejar la ansiedad. La mudanza te devuelve al aquí y al ahora, al tiempo presente.
Cuando la ansiedad alcanza niveles de intensidad más extremos que no pueden ser controlados por uno mismo, dando lugar a un trastorno de ansiedad en toda regla, se requiere la intervención de un profesional.