Tanto en las conversaciones coloquiales como muchas veces en terapia se oye el concepto de emociones negativas. Estas se podrían definir como aquellas emociones que producen malestar psicológico en las personas que las padecen. Se conocen como negativas, ya que las personas las sufren al ser un tipo de emociones que provocan malestar, incomodidad e incluso incapacidad para sobrellevarlas en el día a día.
Este tipo de emociones serían tales como la rabia, la tristeza, el miedo, incluso la ansiedad o la frustración, sin que sean emociones primarias como tal. Pero pongámonos en contexto, ¿en qué situaciones suelen aparecer estas emociones?
Para comentar este hecho debemos tener en cuenta el concepto de emociones sanas y emociones insanas. Las emociones sanas serían aquellas que se producen como respuesta a un suceso apropiado en intensidad y gravedad, las emociones insanas serían aquellas que se producen como respuesta a un suceso NO apropiado en intensidad y gravedad.
Si se nos muere un familiar es congruente que sintamos una intensidad de tristeza bastante alta por lo que sería una emoción sana, si se nos pierde un bolígrafo y sentimos una intensidad de tristeza alta, no sería racional por lo que sería una emoción sana. El adjetivo de sana o insana también irá en relación con las acciones con las que reaccionemos al sentir estas emociones, así como su duración.
Por tanto, ¿podríamos decir que las emociones negativas pueden ser emociones sanas e insanas? Sí y no. Debemos empezar a separar el concepto de negatividad al sentir emociones como si fuese algo malo para nosotros. En una situación contextual adecuada sentir tristeza es normal e incluso deseable si nos sucede algo malo, igual que es deseable sentir alegría cuando nos sucede algo bueno. Si tenemos una experiencia negativa para nosotros y no nos sentimos triste, rabiosos o frustrados, podemos empezar a bloquear emociones, lo que no es algo deseable en absoluto.
Podríamos considerar como negativa el tipo de emociones que nos crean malestar pero que no se adecúan en intensidad a lo que nos ha sucedido (el ejemplo del bolígrafo), es negativa porque significa que hay algún desajuste en nuestra manera de gestionar las emociones, pero no es negativa por el mero hecho de sentirla.
Ser congruente con los sucesos es saludable: sentir rabia cuando sufrimos una injusticia, sentir tristeza cuando nos sucede algo malo, sentir ansiedad cuando estamos expuestos a un peligro real, todo esto es sano y tiene su utilidad y nos beneficia. Por lo que deberíamos cambiar el adjetivo, ya que llamarlas negativas puede provocar el rechazo a sentirlas en cualquier situación con los posibles inconvenientes psicológicos correspondientes.
Sería más adecuado llamarlas emociones desagradables. Es un adjetivo mucho más ajustado a la realidad, ya que explica cómo nos hacen sentir, pero elimina la connotación de que es mala sentirlas. Una adecuada gestión emocional es importante para nuestra salud mental.
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José R. Martín
Psicólogo Sanitario Colegiado 24026
Centre InSight